REVISTILLA SANROQUEÑA

sábado, 22 de mayo de 2010

LA SOLEDAD.

Esa sensación de atontamiento. Estás tú y tus pensamientos. El día se te hace largo, muy largo y te acuerdas de momentos vividos y deseas volver a vivirlos. Cuando llegas a una cierta edad, en la que ya no puedes hacer lo que quieres, en ese preciso instante cuando tienes una oportunidad de emprender una nueva vida, una nueva aventura con otra persona, que te gusta pero que aún no conoces ni siguiera en persona, sólo a través de este diabólico y maravilloso invento que es Internet.
Hace unos días recibo un mensaje por correo electrónico de una amiga, invitándome a tomar un refresco o lo que sea en un determinado Hotel de una Ciudad muy cercana a donde estoy. Como es lógico la confusión me asalta al cerebro y tienes pensamientos contradictorios (la duda y la alegría), por un momento decides dar el paso y llamarla para aceptar su invitación, --que ocasión más inesperada y propicia para conocerla...--- pero el miedo al ridículo te hace cambiar inmediatamente de idea. Tus pensamientos contradictorios luchan por ganar el uno al otro --es como si vieras a un lado, en tus hombros, al diablillo rojo animándote y de la otra parte al bueno y blanco personajillo alado aconsejándote lo contrario--. Después de luchar contigo mismo y preguntarte más de una vez qué te puede aportar de bueno el conocer a esa amiga a la que has idealizado pero que no conoces en realidad. ¿Como será?, guapa, bonita, delgada, esbelta, alta, o todo lo contrario. No, no voy, ¿para qué llevarme ese corte? ¿ Y si, por una suerte de coincidencias nos gustamos? ¿Me quedo más tiempo con ella, la invito a almozar y, después...? Pero si llegado a ese punto, cómo te atreves a... si tú ya no vas a poder; vamos que si por una casualidad ocurre y tú no das lo que llamamos "la talla! No, no puedo ir y, encima, quedar mal. ¿Tú te has visto últimamente; pero si no eres el mismo; has engordado una barbaridad. Estás feo. No te gustas. ¡Cierto!, es cierto, ¿como te vas a presentar ante una mujer (idealizada) delgada y bella, si tú estás como un barril. Imposible, tienes que hacer algo para eludir la invitación, tienes que dejar de pensar en ella y hacerlo fríamente y ver si en otra ocasión estás menos grueso, y así puedo estar más presentable. Y a las pocas horas, sin saber por qué, la llamas y esperas que coja el teléfono, pensando en qué le vas a decir, cómo hablarle, con qué intensidad y expresarle tu alegría por saber de ella, y escuchar por primera vez su voz; pero no lo coje. Tú la has llamado y con ello piensas excusarte, pero en el fondo respiras aliviado pensando: menos mal, así al menos eludo el compromiso.
Sigues distraído en tus trabajos y te olvidas completamente del asunto, pero de pronto, en medio de una reunión de trabajo, suena tu teléfono y, es ella quien llama. Lo cojes, hablas con ella mientras sale del despacho para hacerlo con más tranquilidad; mientras la escuchas vas diciéndote: me gusta su voz, como se expresa y su forma de decirte que no pudo atender tu llamada porque llevaba su móvil en otro bolso.
Después intentar quedar lo mejor posible y de excusar la asistencia y tardanza en llamarla, amén de otra serie de excusas, todas ellas por miedo a una posible insistencia o reiteración de la invitación: llega ésta para mañana.
La incertidumbre es grande y el miedo es mayor, sin embargo debo hacer algo, quiero conocerla, hacerle un pequeño obsequio recordatorio de este encuentro. La duda me invade de nuevo y los pensamientos de soledad, ahora me asaltan y me llevan a un estado melancólico y de recuerdos.
De cómo se echa en falta a la persona querida, aunque hayan pasado tantos años de soportarnos mutuamente, pero el vacio que deja es tan grande que la nostalgia te atrapa y te aplasta el espiritu; aunque al dia siguiente a los cinco minutos de volver a estar justos, discutamos por lo más nímio, y piensas otra vez que no por ello tienes un compromiso y que la quieres al fin y al cabo (al cabo de más de treinta y tantos años) y que la echas de menos cuando no está.
La soledad oprime y achanta. Eso es lo que nos espera cuando uno de nosotros no tenga al otro.
Soledad.



Hasta la próxima.
EL GATO ANDALUZ.




No hay comentarios: