REVISTILLA SANROQUEÑA

lunes, 25 de febrero de 2013

EL ORGULLO ¿UN PELIGRO?

Contestación a un amigo Evangelista.  
Hace unos días, un entrañable amigo me entregó una hoja informativa de su iglesia, titulada: 
  •  "Los Peligros del Orgullo" (¡El orgullo es el mayor problema que el hombre tiene!)   
 
  • Con la misma buena intención con la que me la facilitó éste, y el respeto que le tengo a él, como amigo de la infancia, y a cualquier ideología religiosa, con su permiso me permito discrepar y comentar libremente el contenido de esa prédica. 

  • Partiendo de la base del gnosticismo como doctrina filosófica sobre el conocimiento de las cosas divinas a través de la intuición y no de la razón o la fe. No desde la incredulidad o escepticismo del ateísmo, podemos decir que, lo que se pretende, supuestamente, es asustar más que enseñar comparando situaciones humanas y lógicas con creencias indemostrables como las que cita (2Co.12:7) o cuando habla de Satanás (Pr. 16:18; 29:23) como el mayor enemigo; utilizando al orgullo como sinónimo de envidias o de conspiraciones golpistas, asesinatos, guerras, levantamientos, etc., contra Dios, o algún tirano contra el pueblo o al revés de un "salvador" contra las libertades (romanos contra su Cesar, o Franco contra el pueblo español y el gobierno de la II República.)
  • Dice que "Satanás quería tener "igualdad de derechos" para sí mismo... que Dios le había concedido belleza, sabiduría y carisma"... Una persona, por muy bella y rica que sea, solo por el orgullo no puede atentar contra otra persona, el orgullo es una cosa distinta a la envidia, a los deseos de destacar o de sobresalir, de ostentar el poder para su propio beneficio (ejemplos los tenemos a espuertas, pero como muestra, bien vale este botón: el derechista y populista italiano Berlusconi), el orgullo es incluso bueno y necesario. Quién no se ha sentido orgulloso de ser español, de ser hijo de tal o cual, de ser andaluz, o de ser del equipo "X" de fútbol , de ser cristiano o evangelista, musulmán o judío, como satisfacción personal, autoestima, sin excesos arrogantes; sin llegar a la soberbia, engreimiento, altivez o arrogancia: "endiosamiento". 
  • Si habla del orgullo, como pecado, al negar la existencia de Dios, o contra cualquier objeto de culto, no es por estar "atormentado", o por resentimiento, esas otras pasiones viles, como dice el susodicho sermón. Para mi, una persona tiene tanto derecho a creer como a no creer, tiene el mismo derecho un teólogo como un aborigen inculto (primitivo morador de una selva...), aunque los dos tengan distintas posibilidades: uno con medios económicos e historia (sujeto a una doctrina) y el otro nada de nada y  libre. 
  • Más bien debería hablar de la Soberbia, de la arrogancia, sinónimos de endiosamiento. Pero asimismo, la palabra endiosamiento o divinizar, se definen como "hacer o suponer divina a una persona o cosa o ATRIBUIRLE culto y honores divinos (al Sol, a un héroe; a una cosa.) En definitiva creencias, respeto, cariño... Pero si no o se estima o se piensa de igual forma no es ORGULLO, sino escepticismo, incredulidad o duda sobre la verdad o eficacia de una cosa, y por ende se entiende o se califica de arrogancia o de orgullo. 
  • La soberbia en cambio, es creerse superior y despreciar y humillar a los demás, de forma colérica y con irascibilidad, expresada con acciones o palabras altivas e injuriosas, inclusive la violencia. 
  • Pero todo ello entendido como cada uno quiera, sin necesidad de ser tachados de "algo" por no ser igual o pensar distinto que otros. Y por supuesto dependiendo de a qué soberbia se refiera. (altivo: "aspecto soberbio", magnificencia de un edificio "la soberbia del Museo", de fogosidad "un toro soberbio", de importante: "un sueldo soberbio", o de grandioso "un soberbio diamante", etc.)
  • El orgullo, por tanto no es como dice intolerante, ni se debe curar, como también dice, con tratamientos psicológicos o psiquiátricos, ni como enfermedad. Esa pérdida de razón...  (su razón), no es una enfermedad física ni mucho menos psíquica, sino la propia convicción en el derecho a negar una cosa, que además NO SE PUEDE DEMOSTRAR.

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