Cuando te atrapa el desánimo,
te lleva a pensar por qué me ocurre, ¿qué mecanismo se pone en
marcha y lo causa?
¿Eres tú el culpable o, son
los demás que no te corresponden? ¿Son tan individuales y diversos,
que no cazan con mis ideas u opiniones? Parece como si se unieran en
tu contra. Que hablan a escondidas de cosas que te quieren ocultar y
dejarte al margen. Nunca te dan la razón, y te hacen ver que, eres
tú el que impones siempre tu opinión y no admites otra...
Esperaba más recepción por
parte de todos ellos... Y lo que encuentras es el rechazo, malas
caras, silencios, malos modos... haciendo que, eso mismo, vaya
llenando el vaso de la paciencia. Y cuando esto ocurre es por el
motivo más insignificante..., pero ya el vaso se ha rebosado. Ha
llegado al límite de aguante y explotas... Explotas con cualquiera, y por lo más
nímio y sin importancia alguna.
Esto produce un efecto
contrario, de una parte: mayor culpabilidad y, a su vez, por la otra parte: de fortalecimiento de la
postura de los demás en cuanto a las formas, sobre todo a la vista de
los otros que te ven como una persona siempre ofuscado, de mal humor,
despreciativo y violento en todos los sentidos.
El cariño se convierte en
desprecio destructivo. En enfrentamiento continuo. En reproche
doloroso y dolorido...
Ha llegado "el desgaste del enamoramiento", El respeto de los hijos se resquebraja en fisuras
imposibles de restañar.
Te embarga un dolor que lo digirieres lenta e incómodamente, -como una mala cena- que te deja esa
pesadumbre característica y el pecho comprimido. Te encuentras como flotando, retraído, con el pensamiento en el pasado y la mirada perdida. Transmitiendo, sin querer, tu malestar, hasta el punto de que tus
amigos y compañeros de trabajo se dan cuanta de que te ocurre algo.
Te encuentras desilusionado; asqueado; perdido; dolorido, hundido. Echo una piltrafa, a la espera de que alguien te saque del pozo... y sobre todo que alguno de las personas mas queridas te digan algo bonito o un reparados abrazo.
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