EL 15º SITIO A GIBRALTAR:
de MORATINOS, 227 AÑOS DESPUÉS... (1782-2009)
Visión desde San Roque, donde reside la de GIBRALTAR, del que puede contabilizarse ya como el décimo quinto sitio de España a Gibraltar.
Este pueblo que ha dado muchos ilustres hijos, gracias a aquellos otros que dieron su vida por “su pueblo” como (...”el Maestre de Campo Don Juan de Medina; del también Maestre Don Diego de Ávila, el Coronel y poeta Cadalso, el Capitán Don Francisco Toribio de Fuentes, Diego Salinas; el Cura Romero de Figueroa; el Coronel Figueroa, el Conde de las Torres, Simón Susarte, Juan Suazo y Andrés Suazo de Sanabria, etc.”), desde 1706 cuando deciden reunir el cabildo de la Ciudad de Gibraltar en el exilio, precisamente en el lugar de peregrinación de estos gibraltareños: su ermita del santo (San Roque), después de aquel exilio, en 1704, a raíz de la imperiosa decisión de huir de la masacre y no subyugarse a ningún otro monarca que no fuera el que le correspondía la sucesión en el trono del reino de España: Felipe V (“Hemos jurado por nuestro Rey y Señor a Don Felipe V y sacrificaremos nuestras vidas en su defensa”), no aceptando el impuesto por la fuerza de los cañones ante la ignominia cometida por aquellos piratas asaltantes (británico-holandés), el 4 agosto de 1704 que, ya desde su posesión determinaría el principio de la pugna secular por el Peñón: su destino de presa que obsesiona y que tienta a la ambición de cuantos con olvido del Derecho se proponen dictar la Ley a Europa, aspiración que asume típicamente Inglaterra (1) al salir de la nada, a costa de todo, a mediados del siglo XVII.
Hoy el ministro español de asuntos exteriores (Miguel Ángel Moratinos -el breve-) acudió en visita oficial, al parecer conciliadora y atrayente para las partes, a ofrecer mejoras en materias de transporte marítimo y aéreo así como de sanidad a los actuales moradores en nuestro territorio: Gibraltar; y aunque, en mi opinión, esté totalmente en desacuerdo con esa visita, por razones obvias: El rechazo y desprecio que demuestran nos tienen casi todos los habitantes privilegiados del peñón al sentirse apoyados por aquel país (1), del que son súbditos de segunda clase. Rechazo a entender o querer comprender que ese territorio sigue siendo español, quieran ellos o no; rechazo a compartir de buena manera lo que en su día fue el pueblo de Gibraltar exiliado en San Roque. Somos descendientes de aquellos gibraltareños que lucharon por y para conservar sus viviendas en tiempos de piratas, como dijera, entre otros, uno de estos ilustres sanroqueños (*):
(...Ya antes, el republicano Cromwell (regicida que luego se corona y lega el trono a su hijo, Henry Bruce), proponía a su gobierno la ocupación de Gibraltar, y este plan se alimenta a medida que el Imperio Español va decayendo, minado por su propia y gloriosa grandeza, y el inglés va creciendo, sin repugnar hazañas como las de Drake, el pirada asaltante de nuestros galeones, a quien le es concedido el titulo de “Sir” por la Reina Isabel. A esta ambición se une, tal vez, una vieja rencilla de novela de amor entre Príncipes de uno y otro pueblo, ninguno de los dos puede olvidar, cada uno en su lugar, España que una hija de los Reyes Católicos, la Princesa Catalina, fuera maltratada por Enrique VIII; Inglaterra, que Felipe II vengó el agravio hecho a su antepasada, detestando a su esposa la Reina María...).
Hoy los únicos piratas son aquellos que se niegan a compartir su territorio, sus calles con las del resto de España, sin necesidad de quitarles absolutamente nada, sólo decirles que esas vías, y otras que pudieran abrirse, son tan españolas como, lo son para ellos, nuestras carreteras, campos, etc., de todo el territorio ibérico -excluyendo Portugal-.
No obstante ello, las intenciones conciliadoras y de integración de nuestro ministro de AA.EE. son tan dignas como las posturas enfrentadas, del partido de la oposición, al gobierno de la nación.
Tan respetables como cualquiera otra, pero que se enfrentan como digo, por sistema, al igual que los actuales gibraltareños a reconocer que posturas tan “rocosas”, enrocadas y enquistadas desde siglos deben disolverse en el mar de su bahía y surcar tanto sus aguas y el espacio aéreo como uno más de los pueblos que componen su campo: El Campo de Gibraltar, sin renunciar nunca a su soberanía.
Nos ilustra al respecto, éste observador de la situación, con esta dolorosa nota histórica:
(“Presupuesto todo ello, y a vuelta de alianzas y fricciones, tan falsas las primeras como desastrosas las segundas, que culminaron en la gran hecatombe de la Armada Invencible, no es raro que Inglaterra se aprovechara del pleito entre Austria y Francia, celosas ambas de su poderío, y todas del de España, aún eminente, ante la posibilidad de que se uniera a este el de la otra, con motivo de la muerte sin hijos del Rey Carlos II, y así fue.”)
Hay que dar un Sí, por lo tanto, a esta reunión del ministro español, primero en la historia que va a Gibraltar, para reunirse y hablar con el representante (ministro) del -Foreing Office- y el primer ministro local de Gibraltar, UN PUEBLO SIN RECONOCER AÚN POR NACIONES UNIDAS, pero que para nosotros son el pueblo de nuestros antepasados: “EL PUEBLO DE GIBRALTAR” en el exilio, que se integre plenamente como parte de su complemento, del que forma parte natural, el actual y prospero Campo de Gibraltar. ¡Ocho Municipios Ocho! de una Comarca que la conforma, Tarifa, Algeciras, Los Barrios, Castellar, Jimena, San Roque, La Linea y Gibraltar.
Recordar, no obstante, lo que sigue diciendo aquel autor sobre la historia antigua de Gibraltar y su campo:
(“...Hay una expedición primera de tanteo, cuya fecha se fija en el día 11 de julio del año 710 de nuestra era. La integran 500 jinetes al mando de Tarik, que funda y da nombre a Tarifa, y una segunda y gran expedición definitiva –29 de Abril del siguiente año- compuesta de 12.000 berberiscos y 500 jinetes árabes, al mando de otro o del mismo Tarik, pues éste es un detalle sobre el que han discutido muchos los historiadores. Esta expedición toma tierra en Calpe, Carteya y la Isla Verde, echando los cimientos de Algeciras y, con más o menos diferencia de tiempo, de Gibraltar como tal población.”
Ya desde 1309 empiezan las luchas por reconquistarlo:
(“...Gibraltar queda sujeto a las vicisitudes de su dominación, contraída a sus luchas intestinas –la sanguinaria pugna entre benimerines, almorávides y almohades- hasta el año de 1309 en que, reconquistada Tarifa por Guzmán el Bueno, inicia éste la serie de los catorce cercos que ha sufrido la Roca...” ) hasta ahora.
Estos grandes avatares calpenses se suceden en los siguientes años:
(“Sitios: 1º (1309), reinando Fernando IV, por don Alonso de Guzmán el Bueno.
2º (1316), lo puso el Rey de Granada Ben-Nazir, reinando ya en Castilla, en memoria, don Alfonso XI. Pero acudió enseguida el Príncipe don Pedro, tío del Rey, y el moro desistió de su propósito.
3º (1333), acometido por Mohamed V, Rey de Granada, corriendo el año 1333, la traición del Alcaide de la Plaza, Vasco Pérez de Neira, que empezó defendiéndola heroicamente, entrega Gibraltar, perdiéndose, así, recién reconquistado al sitiador.
4º (1333), el Rey Alfonso XI, no tarda en acudir y monta el cuarto sitio, en el que es a su vez sitiado a retaguardia por los reyes de Granada y Marruecos, doble lucha a la que pone término un convenio de treguas entre el Rey de Castilla y el de Granada, que cuesta la vida a este, asesinado por el africano, por juzgarle traidor, cuando volvía confiado a su patria.
5º (1349), es también héroe Don Alfonso XI, que muere en él, víctima de la peste, de la que no consintió prevenirse, sucumbiendo propiciatoriamente a su afán de lograr rendir la Plaza que fue reconquistada por su padre.
-Sitio: 6º (1349-1410), Moros entre sí. Pintoresquísimo y terrible episodio de celos y traiciones entre moros.
7º (1436-1462), acaecido reinando Juan II, en 1436, otro grande y doloroso desastre. El Conde de Niebla, Don Enrique de Guzmán, desembarca en una playa del Peñón que llena la marea cuando sube. Los sitiadores esperan sagazmente a que esto ocurra y el Conde perece ahogado con la mayor parte de los suyos, cuyos supervivientes pudieron saber más tarde, que el cadáver del nieto de Guzmán el Bueno fue colgado por los moros en un adarve de la fortaleza.
8º (1462-1466), el Alcaide de Tarifa, Alonso de Arcos, recupera el Peñón, corriendo el año 1462 y reinando en Castilla Don Enrique IV, en cuyo nombre toman posesión de la Plaza, no sin un lamentable pugilato entre ambos, el Conde de Arcos y el Duque de Medina Sidonia. Luchas con los moros.
Sitios: 9º (1466-1506), reinando aún Enrique IV. y
10º (1506), reinando Doña Juana. Luchas de la Corona con el Duque de Medina Sidonia. La pretensión del Duque de Medina Sidonia a la posesión de Gibraltar, que le es confirmada por Enrique IV y posteriormente denegada definitivamente, por el Rey Católico, en nombre de su hija Doña Juana, que con ocasión de ello dio a la Ciudad el título de Más Leal, a unir al de Muy Noble que ya poseía.
Sitio: 11º (1506),. Aquí sucede un largo paréntesis de paz que solo interrumpen los asaltos de los piratas turcos en 1540, reinando Carlos V, y en 1558, siendo ya Rey de España –y de Inglaterra por su matrimonio con la Reina María- Don Felpe II. En estos asaltos se cubrieron de gloria los ilustres gibraltareños Juan Suazo y Andrés Suazo de Sanabria, hijo y padre, que perdieron heroicamente sus vidas en el primer asalto, y el padre de igual modo, en el último.
Sitios: 12º (1704) Y he aquí el acto fatal y culminante de la gran epopeya de los catorce sitios. Es el décimo segundo y comienza el día uno de Agosto de 1704.
Con previsora antelación, Salinas, el General prudente que tiene a su cargo la Plaza, demanda a Cádiz y a Madrid refuerzos que no le son enviados porque lo impiden otras atenciones, Portugal y levante especialmente, y arrastra resignado la inminencia de un ataque a una plaza en completa indefensión, Manda la escuadra el Almirante inglés Sir Jorge Rooke. Ostenta la representación del Archiduque, como Jefe supremo de la expedición, el Landgrave de Asia, Príncipe de Darmstad.
Les acompaña el Conde de Melgar y entre otros españoles distinguidos, del partido del de Austria, un Jefe militar apellidado Ramos... ...Una carta del Príncipe, redactada en Lisboa, donde se encuentra, es enviada a la Plaza invitando a esta a reconocerle como a tal Rey legítimo de España, título que encabeza y suscribe el mensaje. la capitulación,.. ...a lo que el último en ceder fue el Ayuntamiento, el eco de los ayes de los niños y de las mujeres que son bombardeados en el camino al volver a la Plaza desde el Santuario de la Virgen de Europa, en el que se habían refugiado y en el que comenzó a hacer blanco la metralla... ... Queda la Plaza por el Archiduque, al que se entrega sobre las bases de una acta en que se imponen honrosas condiciones que el enemigo otorga por pura admiración a los vencidos... ...La Ciudad comunica el Rey su decisión de abandonar la Plaza, para consumir, “los que por su desgracia la conservan” –era su frase- sus vidas en su defensa, y es ahora, coincidiendo con ello o acaso motivándolo, cuando ocurre lo insólito: el cambiazo de la bandera del Archiduque por la de la Reina Ana y la cínica usurpación de una Plaza por la que luchan dos partidos nacionales y que se entrega, aunque a qué costa, confiada a uno de ellos, por la taimada garra de Inglaterra... ...La Historia no ha sabido explicarse los motivos que hicieron soportar el agravio al Príncipe de Darmstad; Lo cierto es que ello espoleo si no determinó la decisión de los gibraltareños a evacuar el Peñón, como así lo efectuaron como un solo hombre, autoridades y prohombres al frente, el día 6 de Agosto, en que en su mayor parte acompañan en el monte de San Roque, donde aún esperan, representados por sus descendientes, la hora de retornar... ...Son ellos mismos los que con su protesta inician y promueven el cerco de rescate, que no tarda en ponerse, convencido por fin el Capitán General de Andalucía, Marqués de Villadarias, de lo oportuno de los reiterados avisos de Salinas. en Septiembre de 1704. Aliados y más bien dirigidos por Francia, aunque asume al principio -Villadarias- el mando, le sustituye el Mariscal -De Tessé-, originando esto la pérdida de una preciosa coyuntura que pudo devolvernos el Peñón. Un cabrero de Gibraltar llamado Simón Susarte, propuso genialmente al General conducir a las fuerzas por caminos solo de los pastores conocidos hasta las crestas del Peñón y desde allí bajar entrando por sorpresa en la Ciudad. Aceptó el General, subió con la noche un batallón, mandado por el Coronel Figueroa, y siguiendo a Susarte hasta las alturas del Hacho, venció a la guardia de éste y esperó el día aguardando los refuerzos que se había convenido. Pero el General francés Cavanne se opuso a ello por reservar la gloria de la reconquista al de Tessé, y El Batallón de Figueroa y Simón Susarte pereció acuchillado por las fuerzas inglesas que acudieron, o despeñados por los precipicios terribles del Peñón.
13º (1727, -23 años después-), reinando todavía Felipe V, a quien, como a Alfonso XI, obsesiona como una pesadilla Gibraltar. Se había fraguado ya el ignominioso Tratado de Utrech... ...posteriormente se pidió por Inglaterra un armisticio que España concedió. Pero ello fue un ardid de los ingleses para reponerse, conseguido lo cual volvieron a atacarnos, prosiguiendo el sitio, tan sangriento como indeciso ahora, hasta que el cansancio de las tropas la enfermedad del Rey, las intrigas de la Reina Isabel de Farnesio y las astucias de la diplomacia extranjera pusieron fin a la contienda, como siempre a costa de España, que después de perder en aquella más de 3.000 hombres y cuantiosos caudales, siguió sin recobrar a Gibraltar.
14º (1782), Tiene lugar reinando Carlos III, en 1782, fecha culminante, aunque se inicia en 1779. Se le llamó “el Gran Sitio”, y es efectivamente como la apoteosis de la inconmensurable tragedia calpense. Los extraordinarios preparativos de ambas partes, atraen al campo español a muchos Príncipes e Ilustres militares extranjeros. El mundo entero está pendiente de la lucha. Manda las fuerzas españolas el General Álvarez de Sotomayor, del que es Ayudante el Coronel y poeta Cadalso, que halla gloriosa muerte, propiciatoriamente, en un servicio nocturno de avanzada. Pugnan ambos Ejércitos beligerantes en continuos ataques y contraataques, asaltos de los nuestros y atrevidas salidas de los ingleses contra las trincheras. Se debaten los estrategas en imaginar locos o geniales proyectos, y el del francés D´Arson, las famosas baterías flotantes provistas de una corriente de agua que las debía hacer incombustibles, ocasiona -no obstante el desacuerdo del Duque de Crillón, que había sustituido al General Álvarez de Sotomayor- una de las más espantosas hecatombes que registra la Historia militar y marítima del mundo. Los ingleses inventaron a su vez una bomba llameante que disparada sobre las barcazas con profusión hiperbólica y cayendo sobre ellas como una verdadera lluvia de fuego, las hicieron arder, pereciendo a su bordo la mayoría de los tripulantes. Durante toda la noche y parte del día siguiente, las llamas de las flotantes alumbraron siniestra y dolorosamente los más lejanos puntos de la Comarca; y fue tan pavoroso el desastre, que conmovió a los mismos enemigos, por lo que, dirigido en persona por el General Eliot, Jefe de la Plaza, se organizó un piadoso y heroico salvamento... ...Pero lo que no pudo este desastre, que redobló por el contrario el ímpetu de los sitiadores, a los que nuevamente se mostraba propicia la fortuna, lo consiguió la insidia y el recelo de las Cancillerías y especialmente la defección de nuestra siempre desleal aliada Francia, y el Tratado de Versalles, no menos oneroso que el de Utrech, puso término al sitio en Septiembre de 1783, con no menos decepción y amargura que los anteriores... ”)
Repetir una vez más aquello que enorgullece a los españoles de cualquier bando o color: (“La Nación que integró la redondez del Mundo y creó un haz de Naciones que le rinden hoy libres tan cordial homenaje de amor y de esperanza, perdió por un descuido, que acechaba la pérfida codicia de sus tradicionales enemigos, un precioso pedazo de su territorio...”)
No olvidar tampoco que cada vez son más los ingleses sensatos, y de la razón llegará el entendimiento... (“...más ingleses sensatos que comparten el antiguo criterio que hacía decir allá por 1885, a la “Gaceta de Londres”, en plena época de euforia victoriana, estas palabras dignas de esculpirse como modelo de sinceridad, decoro y valentía:
“Retener a Gibraltar solo porque hiere el orgullo español, es indigno de una nación civilizada.”)
Este pueblo que ha dado muchos ilustres hijos, gracias a aquellos otros que dieron su vida por “su pueblo” como (...”el Maestre de Campo Don Juan de Medina; del también Maestre Don Diego de Ávila, el Coronel y poeta Cadalso, el Capitán Don Francisco Toribio de Fuentes, Diego Salinas; el Cura Romero de Figueroa; el Coronel Figueroa, el Conde de las Torres, Simón Susarte, Juan Suazo y Andrés Suazo de Sanabria, etc.”), desde 1706 cuando deciden reunir el cabildo de la Ciudad de Gibraltar en el exilio, precisamente en el lugar de peregrinación de estos gibraltareños: su ermita del santo (San Roque), después de aquel exilio, en 1704, a raíz de la imperiosa decisión de huir de la masacre y no subyugarse a ningún otro monarca que no fuera el que le correspondía la sucesión en el trono del reino de España: Felipe V (“Hemos jurado por nuestro Rey y Señor a Don Felipe V y sacrificaremos nuestras vidas en su defensa”), no aceptando el impuesto por la fuerza de los cañones ante la ignominia cometida por aquellos piratas asaltantes (británico-holandés), el 4 agosto de 1704 que, ya desde su posesión determinaría el principio de la pugna secular por el Peñón: su destino de presa que obsesiona y que tienta a la ambición de cuantos con olvido del Derecho se proponen dictar la Ley a Europa, aspiración que asume típicamente Inglaterra (1) al salir de la nada, a costa de todo, a mediados del siglo XVII.
Hoy el ministro español de asuntos exteriores (Miguel Ángel Moratinos -el breve-) acudió en visita oficial, al parecer conciliadora y atrayente para las partes, a ofrecer mejoras en materias de transporte marítimo y aéreo así como de sanidad a los actuales moradores en nuestro territorio: Gibraltar; y aunque, en mi opinión, esté totalmente en desacuerdo con esa visita, por razones obvias: El rechazo y desprecio que demuestran nos tienen casi todos los habitantes privilegiados del peñón al sentirse apoyados por aquel país (1), del que son súbditos de segunda clase. Rechazo a entender o querer comprender que ese territorio sigue siendo español, quieran ellos o no; rechazo a compartir de buena manera lo que en su día fue el pueblo de Gibraltar exiliado en San Roque. Somos descendientes de aquellos gibraltareños que lucharon por y para conservar sus viviendas en tiempos de piratas, como dijera, entre otros, uno de estos ilustres sanroqueños (*):
(...Ya antes, el republicano Cromwell (regicida que luego se corona y lega el trono a su hijo, Henry Bruce), proponía a su gobierno la ocupación de Gibraltar, y este plan se alimenta a medida que el Imperio Español va decayendo, minado por su propia y gloriosa grandeza, y el inglés va creciendo, sin repugnar hazañas como las de Drake, el pirada asaltante de nuestros galeones, a quien le es concedido el titulo de “Sir” por la Reina Isabel. A esta ambición se une, tal vez, una vieja rencilla de novela de amor entre Príncipes de uno y otro pueblo, ninguno de los dos puede olvidar, cada uno en su lugar, España que una hija de los Reyes Católicos, la Princesa Catalina, fuera maltratada por Enrique VIII; Inglaterra, que Felipe II vengó el agravio hecho a su antepasada, detestando a su esposa la Reina María...).
Hoy los únicos piratas son aquellos que se niegan a compartir su territorio, sus calles con las del resto de España, sin necesidad de quitarles absolutamente nada, sólo decirles que esas vías, y otras que pudieran abrirse, son tan españolas como, lo son para ellos, nuestras carreteras, campos, etc., de todo el territorio ibérico -excluyendo Portugal-.
No obstante ello, las intenciones conciliadoras y de integración de nuestro ministro de AA.EE. son tan dignas como las posturas enfrentadas, del partido de la oposición, al gobierno de la nación.
Tan respetables como cualquiera otra, pero que se enfrentan como digo, por sistema, al igual que los actuales gibraltareños a reconocer que posturas tan “rocosas”, enrocadas y enquistadas desde siglos deben disolverse en el mar de su bahía y surcar tanto sus aguas y el espacio aéreo como uno más de los pueblos que componen su campo: El Campo de Gibraltar, sin renunciar nunca a su soberanía.
Nos ilustra al respecto, éste observador de la situación, con esta dolorosa nota histórica:
(“Presupuesto todo ello, y a vuelta de alianzas y fricciones, tan falsas las primeras como desastrosas las segundas, que culminaron en la gran hecatombe de la Armada Invencible, no es raro que Inglaterra se aprovechara del pleito entre Austria y Francia, celosas ambas de su poderío, y todas del de España, aún eminente, ante la posibilidad de que se uniera a este el de la otra, con motivo de la muerte sin hijos del Rey Carlos II, y así fue.”)
Hay que dar un Sí, por lo tanto, a esta reunión del ministro español, primero en la historia que va a Gibraltar, para reunirse y hablar con el representante (ministro) del -Foreing Office- y el primer ministro local de Gibraltar, UN PUEBLO SIN RECONOCER AÚN POR NACIONES UNIDAS, pero que para nosotros son el pueblo de nuestros antepasados: “EL PUEBLO DE GIBRALTAR” en el exilio, que se integre plenamente como parte de su complemento, del que forma parte natural, el actual y prospero Campo de Gibraltar. ¡Ocho Municipios Ocho! de una Comarca que la conforma, Tarifa, Algeciras, Los Barrios, Castellar, Jimena, San Roque, La Linea y Gibraltar.
Recordar, no obstante, lo que sigue diciendo aquel autor sobre la historia antigua de Gibraltar y su campo:
(“...Hay una expedición primera de tanteo, cuya fecha se fija en el día 11 de julio del año 710 de nuestra era. La integran 500 jinetes al mando de Tarik, que funda y da nombre a Tarifa, y una segunda y gran expedición definitiva –29 de Abril del siguiente año- compuesta de 12.000 berberiscos y 500 jinetes árabes, al mando de otro o del mismo Tarik, pues éste es un detalle sobre el que han discutido muchos los historiadores. Esta expedición toma tierra en Calpe, Carteya y la Isla Verde, echando los cimientos de Algeciras y, con más o menos diferencia de tiempo, de Gibraltar como tal población.”
Ya desde 1309 empiezan las luchas por reconquistarlo:
(“...Gibraltar queda sujeto a las vicisitudes de su dominación, contraída a sus luchas intestinas –la sanguinaria pugna entre benimerines, almorávides y almohades- hasta el año de 1309 en que, reconquistada Tarifa por Guzmán el Bueno, inicia éste la serie de los catorce cercos que ha sufrido la Roca...” ) hasta ahora.
Estos grandes avatares calpenses se suceden en los siguientes años:
(“Sitios: 1º (1309), reinando Fernando IV, por don Alonso de Guzmán el Bueno.
2º (1316), lo puso el Rey de Granada Ben-Nazir, reinando ya en Castilla, en memoria, don Alfonso XI. Pero acudió enseguida el Príncipe don Pedro, tío del Rey, y el moro desistió de su propósito.
3º (1333), acometido por Mohamed V, Rey de Granada, corriendo el año 1333, la traición del Alcaide de la Plaza, Vasco Pérez de Neira, que empezó defendiéndola heroicamente, entrega Gibraltar, perdiéndose, así, recién reconquistado al sitiador.
4º (1333), el Rey Alfonso XI, no tarda en acudir y monta el cuarto sitio, en el que es a su vez sitiado a retaguardia por los reyes de Granada y Marruecos, doble lucha a la que pone término un convenio de treguas entre el Rey de Castilla y el de Granada, que cuesta la vida a este, asesinado por el africano, por juzgarle traidor, cuando volvía confiado a su patria.
5º (1349), es también héroe Don Alfonso XI, que muere en él, víctima de la peste, de la que no consintió prevenirse, sucumbiendo propiciatoriamente a su afán de lograr rendir la Plaza que fue reconquistada por su padre.
-Sitio: 6º (1349-1410), Moros entre sí. Pintoresquísimo y terrible episodio de celos y traiciones entre moros.
7º (1436-1462), acaecido reinando Juan II, en 1436, otro grande y doloroso desastre. El Conde de Niebla, Don Enrique de Guzmán, desembarca en una playa del Peñón que llena la marea cuando sube. Los sitiadores esperan sagazmente a que esto ocurra y el Conde perece ahogado con la mayor parte de los suyos, cuyos supervivientes pudieron saber más tarde, que el cadáver del nieto de Guzmán el Bueno fue colgado por los moros en un adarve de la fortaleza.
8º (1462-1466), el Alcaide de Tarifa, Alonso de Arcos, recupera el Peñón, corriendo el año 1462 y reinando en Castilla Don Enrique IV, en cuyo nombre toman posesión de la Plaza, no sin un lamentable pugilato entre ambos, el Conde de Arcos y el Duque de Medina Sidonia. Luchas con los moros.
Sitios: 9º (1466-1506), reinando aún Enrique IV. y
10º (1506), reinando Doña Juana. Luchas de la Corona con el Duque de Medina Sidonia. La pretensión del Duque de Medina Sidonia a la posesión de Gibraltar, que le es confirmada por Enrique IV y posteriormente denegada definitivamente, por el Rey Católico, en nombre de su hija Doña Juana, que con ocasión de ello dio a la Ciudad el título de Más Leal, a unir al de Muy Noble que ya poseía.
Sitio: 11º (1506),
HASTA LA PRÓXIMA.
EL GATO ANDALUZ.
¡Gibraltar! ¡Gibraltar!
(*) Domingo de Mena.